sábado, 6 de octubre de 2018

La Generación de la Crisis

La Generación de la crisis.

Estos días he estado realizando entrevistas a candidatos para un puesto de responsable de calidad para una empresa agroalimentaria.
Me ha resultado muy impactante en primer lugar la dificultad en conseguir candidatos, y en segundo lugar que una parte de los que finalmente llegaron, fuesen personas de 30 años con repletos curriculums pero sin experiencia profesional alguna.
Era patente su relativa falta de vocación y la impresión de que el Cv se había ido rellenando sin un objetivo final. Me entristeció enormemente sus ganas de hacer "cualquier cosa".  Debo decir que ninguno de ellos parecía vivir en el stress de no llegar a fin de mes. Se diría que se habían acomodado al soporte de padres o pareja y al nivel de disponibilidad.

Quizás los propios padres y entorno medio burgués hemos tenido algo que ver con esta aproximación a la vida, que sin lugar a dudas la crisis económica ha precipitado. Es obvio que no todos los jóvenes han transitado su etapa de la misma forma.

Pero es indiscutible, haber vivido entre los 20 y los 30 en una atmósfera  en la que se respiraba pesimismo y falta de horizontes, ha llevado a muchos jóvenes a sumar preparación sin vocación ni objetivo.

Lo cierto es que el país tiene una deuda con ellos. Una deuda de confianza y oportunidad. Al mismo tiempo el país tiene un capital oculto, durmiente,  que con una mínima complicidad entre la empresa y la administración, con políticas adecuadas que incentivaran para la contratación de los jóvenes en estas circunstancias, bien pudiera provocar un impacto económico imprevisible.

La tarea no es fácil. El día a día en el desempeño de cualquier función en la empresa, está intelectualmente muy por debajo de la capacitación académica de estos jóvenes. El riesgo de frustración en los primeros empleos es enormemente elevado. Al mismo tiempo, la productividad de estos primeros empleo tampoco sustenta salarios acordes a la expectativa de alguien que aun sin rumbo se ha ido preparando sine die.  La capacidad de motivación, encuadre y formación específica del empleador va a ser clave para aflorar el activo de conocimiento y hacerlos rentables para la empresa al tiempo que devolvamos a nuestros jóvenes su oportunidad de desarrollo personal a través del trabajo.

lunes, 1 de enero de 2018

Leyendo los resultados elctorales del 21D

Las elecciones catalanas de 21D han dejado claros algunos aspectos. La altísima participación, del entorno del 80%,  deja ningún espacio a la especulación sobre la existencia de minorías silenciosas.   Lo que se ha dicho, es irrefutable.
Nadie en su sano juicio y de buena Fe puede defender que lo que estaba en juego era la elección de una propuesta política para la gestión pública del próximo cuatrienio. Creo que, al menos en eso sí,  habrá consenso en admitir que estas elecciones, establecidas por arte del 155 y no por quien legítimamente hubiera tenido la potestad de proponerlas, no eran una contienda normal.  En ella se dirimía la supremacía de dos posiciones evolucionadas hasta el antagonismo. La posición constitucionalista (en cursiva plagiando al Juez Emérito Pallín) y la soberanista.
El punto esencial clarificado es la situación de empate entre ambas posiciones. Ninguna está por encima de la otra, porque si juntando los equidistantes a los constitucionalistas estos  ganan en votos, los soberanistas lo hacen en escaños sin necesidad de aquellos.
Que ciudadanos ha obtenido como partido el mayor número de votos, aglutinando el lado unionista, es obvio pero es una victoria penosa en tanto que ha crecido a costa de su propio posicionamiento en la contienda.  Podemos intuir que los votantes del bloque que apostó por el 155, han castigado la tibieza de Rajoy y la ambigüedad del PSOE. Ciudadanos nació para combatir al catalanismo desde el principio y los votantes se han puesto a su lado.  Sin embargo, en futuras contiendas, municipales, autonómicas y estatales, donde la cuestión sea la “normal”, la de ofrecer un proyecto de gestión, ¿mantendrá Ciudadanos al PSOE bajo control y al PP bajo su zapato? Me temo que no. Se ha manifestado un sentimiento de agravio a través de Ciudadanos como instrumento. No es imaginable que ciudadanos pueda abstenerse de tantos cafés como para pagar campañas nacionales con la intensidad de esta última.  Lo cierto es que la mitad de los votantes han dicho que quieren seguir siendo españoles y eso es indiscutible.
La respuesta del bloque soberanista en circunstancias tan especiales a expresado de forma tajante su propio sentimiento de agravio. No cabe duda de que la proximidad en el tiempo de la fórmula represora empleada por el Estado para impedir el referéndum y la propia aplicación del 155 que no han sido sino la culminación del proceso de reconducción para-constitucional del estado de las autonomías, iniciado por el PP con la recogida de firmas y seguido con la derogación del Estatuto por el TC, ha espoleado si cabe una respuesta contundente. De hecho el sorpaso de Puigdemont  a Junqueras tiene mucho que ver con este sentimiento y la voluntad de restablecer la dignidad de las instituciones catalanas.  Es una victoria sobre el miedo. El miedo al cambio de statu quo, a la represión policial, al juego soterrado del CNI, a las amenazas económicas e incluso a las militares.
Pero la victoria del soberanismo en la contienda también lanza un mensaje claro. La mitad de los catalanes perdonan la ingenuidad con la que se ha llevado adelante el procés, (-“no pensábamos que el Estado estuviera dispuesto a todo”)  al tiempo que aceptan la frustración de la DUI virtual y avalan evitar la violencia como bien superior. La reducida cosecha de votos por la CUP parece también indicar que se da por entendido que la unilateralidad no tiene futuro. La sociedad catalana, la soberanista,  ni tiene ni ha tenido entre sus planes alzarse en armas. Parece que los que siguen la doctrina del difunto Mazas siguen sin verlo así.

También ha quedado claro que muy pocos confían en una tercera vía.

Nos encontramos en un empate que enfrenta posiciones antagónicas, pero tiene sentido esperar un desempate?  No cabe duda de que habrá movimiento de votos en el futuro. No todos los que han votado a C’s lo seguirán haciendo ni todos los votantes de JxC son estrictamente independentistas.
Durante la noche electoral escribí que nos hacían falta políticos magnánimos, que con una generosa buena gestión político-económica harían decantar la balanza, y que visto el estado de las cosas, eso era más factible del lado soberanista que del otro.
Lo cierto es que dado el fundamento sentimental de la discrepancia, el desempate es posible de un lado o del otro pero si sólo acontece con un baile de 5 a 10 puntos, primero la nueva situación sería muy volátil y segundo no resolvería el problema. Unos no podrían construir una República con más del 40% del país en contra, ni se acabará el procés si el 40% tiene continuamente que  tragar desequilibrios en las balanzas fiscales (finalmente reconocidos hasta por el ABC) y falta de respeto a la Lengua y a las instituciones . Lamentablemente unos son fábrica para los otros.  Aznar, Soraya, Rajoy, el que nos recordaba la muerte de Companys,.. siguen siendo el mejor fertilizante para el independentismo.
Sólo se vislumbran dos caminos para una solución definitiva:
O bien los soberanistas se arman de paciencia para que con magnanimidad y buena gestión , caminando dentro de la Ley, alejándose de posiciones de conflicto…. logren alcanzar una mayoría superior al 80% de tal manera que ni Mr Tajani  pueda apuntar objeción alguna. Cuestión posible en una o dos generaciones.
O la mitad constitucionalista apoyada por el resto de España, haciendo gala de la inteligencia que no ha mostrado MRajoy y de la magnanimidad de la que no ha hecho gala Felipe VI sea capaz de ofrecer una tercera vía que colme las expectativas de los soberanistas menos radicales.
Puede ser que esta tercera vía tenga mal encaje en nuestra Monarquía Parlamentaria y sólo sea posible en una República Federal.
Los portavoces de la derecha española, se esfuerzan por repetir que el nacionalismo es insaciable, que siempre querrá más, y que por tanto no tiene sentido el pacto. Quizás olvidan que fueron ellos, como mejor que yo describe el catedrático Pérez Rojo, quienes rompieron el pacto de la transición.

Los discursos Navideños de distintos Presidentes autonómicos no dejan demasiado espacio para el optimismo, y el augurio, de no entender en positivo un acuerdo federal es el avance quizás lento pero imparable de la opción soberanista. Ustedes mismos.

martes, 26 de diciembre de 2017

La Magnanimitat i la construcció de la República.


La Magnanimitat és virtut difícil de definir però necessària per a la construcció de les grans obres de l’ésser humà. La veiem en els homes que saben guanyar, en les dones que tenen la generositat moral de passar pàgina dels  grans afronts soferts. No la trobarem  mai en els perdedors ni en els tramposos. Estem d’acord que Nelson Mandela fou un dels últims grans Magnànims i tanmateix sabem que en Trump no ho serà mai.
Només els homes i dones que disposen d’aquesta virtut són capaços de fer un canvi de paradigma, son capaços d’acceptar els propis errors i d’emprendre nous camins o desfer les dreceres.
El Magnànim no posa mai la vanitat per davant ni els comptes pendents. El Magnànim no exigeix mai un deute quan sap que el deutor no pot pagar.  El Magnànim sap esperar i sap convèncer als seus perquè s’esperin.
Després d’aquestes eleccions i el resultat del vot, no podem esperar magnanimitat de Mariano Rajoy per que és presoner de la deshonesta incitació a l’odi  als catalans per guanyar vots  Cinca enllà i de la maquinària  judicial engegada recurs rere recurs. Ara no pot, encara que no hagués afinat mai la fiscalia, destruït els ordinadors de Gènova o cobrat la nomina amb diner negre mentre perseguia fiscalment a ciutadans desconeguts. Ara no pot. És captiu del tribunal suprem i l’únic acte de Magnanimitat que li queda és la dimissió. No ho farà. No patiu.
De la Senyora Arrimadas tampoc en podem esperar. Tot i haver guanyat les eleccions, no és una veritable  guanyadora. Aquestes no eren unes eleccions normals. No només per les circumstàncies excepcionals si no per que,  de fet, els partits no havien de vendre un projecte polític si no que havien de postular-se com a defensors de dues posicions. L’únic que ha fet C’s és capitalitzar la veu d’un dels bàndols. Ha guanyat entre els seus però no la contesa electoral.

Als qui sí son guanyadors del que estava en joc el 21D, Puigdemont i Junqueras, és fa difícil demanar-los-hi. La càrrega de mala baba que han de portar a sobre ens fa difícil de pensar als homenets que ens llevem cada dia aviat,  que puguin exercir aquesta virtut.
A pesar del seu èxit, Puigdemont serà detingut quan torni i la justícia (amb minúscula) seguirà el seu procés per fer li l’acció impossible. A pesar del gran èxit,  Junqueras no serà excarcerat. Lamentablement seguirem havent de suportar el relat manipulat, forçat i escandalós del difunt Fiscal Maza (Déu tingui a sa Glòria) i suportant informes de la Guàrdia Civil que en lloc d’atestar fets emeten judicis de valor, judicis polítics i valoracions del tipus delictiu. On s’ha vist!
I amb tot, bò i la situació, guanyadors i tractats amb indignitat, és d’ells de qui per a la construcció d’una república justa, solidària i de progrés esperem la Magnanimitat.
La Magnanimitat de caminar cap a la república sense trepitjar. Poc a poc, esperant que una molt més gran majoria, convençuda per el bon fer a l’administració de la cosa pública, respectuosa d’una classe política neta de corrupcions i amb polítiques que estimulant l’emprenedoria i atenent als més desafavorits doni igualtat d’oportunitats,  validi (o no) el projecte de república.


Esperem la Magnanimitat per que si no directament, donin instruccions clares als qui els substitueixin, d’assentar-se a negociar amb fermesa però amb paciència, de no mirar enrere, de no fer retrets però no retrocedir ni un pam.
Vàrem arribar a la Dui, pensant que jugàvem a escacs. No era una partida. Escriure la història és generosa perseverança. És incansable labor de pedagogia. És la valentia de no acontentar als teus avui. És fer que només els necessaris es quedin pel camí. És feina d’homes i dones Magnànims.


domingo, 14 de mayo de 2017

Inmigración, realidad social y populismo.

En poco tiempo he tenido la oportunidad de realizar dos viajes profesionales a lugares bien distintos. La ciudad de Toronto en Canadá y la ciudad de Béziers en Francia.
Nada tienen que ver ni es su contexto, ni en su historia, ni en su tamaño ni siquiera en su clima.
Lo cierto es que cómo se percibe en ellas la integración de las poblaciones inmigradas es tan distante que me ha propiciado una reflexión al respecto.

En Toronto también existen barrios étnicos. La gente tiende a agruparse, pero en ningún caso se acercan al concepto que tenemos de gueto. Las distintas étnias y orígenes ; árabes, indios, chinos, polacos, italianos,... han tenido la oportunidad de progresar en todos los ámbitos profesionales y entre la gente joven se observan cuadrillas en las que las diferencias de color de piel no son un obstáculo para la relación y los proyectos conjuntos. La ciudad está limpia y se respira bienestar.

La ciudad de Béziers en cambio, en especial su hermoso centro histórico tiene el aspecto de un gueto en si mismo. Las calles y edificios están abandonados, la población  es mayoritariamente africana y da la sensación de que los franceses desertaron de ella.  Se evidencian las dificultades económicas en el estado de los portales de las casas, de los vehículos aparcados y en el nivel del comercio.

Y ante esa comparación odiosa entre el paraíso canadiense y la realidad de Béziers sólo falta escuchar que "afortunadamente la ciudad se está recuperando lentamente desde que gano las elecciones Robert Menard del Frente Nacional".

No me cabe duda de que los ciudadanos de ambas ciudades "per se" no son ni mejores ni peores. En Béziers no han abrazado el frentismo por alguna tendencia innata o cromosómica, de la misma manera que tampoco los alemanes de entreguerras aceptaron el nacional socialismo por intrínseca mala Fe.

Hoy Canadá aparece ante los ojos del mundo como un país acogedor, de los pocos que ha hecho efectiva la aceptación de desplazados de la guerra de Síria, pero la realidad tiene matices importantes.

Canadá  viene aceptando emigrantes de forma ordenada desde hace mucho tiempo. El país no es frontera natural con ninguno de los países de origen de los desplazados que acoge lo que le ha permitido modular la entrada en función de la demanda interna de mano de obra,  y así ha podido evitar la generación de bolsas de inmigrantes sin trabajo y sin medios como sí ha ocurrido en Estados Unidos y Europa.

Todos los indicadores económicos certifican que la inmigración tiene un efecto positivo (vease https://twitter.com/TheEconomist/status/863683200463372289) pero es obvio que la integración social es harto improbable cuando la llegada es masiva y desordenada como fueron las llegadas de Magrebies a Francia hace ahora 50 años.

Cuando vemos las muertes en el Mediterráneo todos quedamos con el corazón partío. Pero créanme, acogiendo de manera indigna, insuficientemente preparada, desatendiendo a los llegados el día después,... muchos que hoy cuelgan el cartel de  #volemacollir acabarán votando a nuestro Le Pen de turno.

La cuestión es que el numero de emigrantes que podemos acoger no és un numero exacto sino que es función de la partida presupuestaria que estemos dispuestos a sustraer de otros conceptos para dedicarla a "formación e integración de nuevos ciudadanos".  Todo indica que de hacerlo correctamente no se trataría de una partida de gasto sino de inversión. Eso sí,  quedarse a medias es tanto como sentar las bases de un futuro populista radical.

El dilema moral tiene enjundia. Abrir las puertas tiene un efecto llamada que haría inviable la partida presupuestaria citada -ni los más concienciados podrían aceptar tamaña  renuncia a otras partidas- y con las puertas cerradas no sólo la muerte si no la radicalización en las zonas emisoras no dejará de crecer.

En el Sur de Europa lo tenemos además más difícil. Confundimos el principio de subsidariedad con la adquisición de un derecho, por lo que las partidas de apoyo se autoengrosan a medida que sus beneficiarios descubren los mecanismos de percepción y perpetuación. Aunque este tema es todavía mas complejo y controvertido así que lo dejaremos para otro post.

Una política migratoria generosa pero rigurosa y sostenible junto con una cooperación internacional efectiva, evitando en ambas el despilfarro y la corrupción, son el único camino posible. Donde están los políticos capaces de explicar y actuar para al mismo tiempo no perder votos?





domingo, 13 de noviembre de 2016

Desde Senegal

Hacia días que no escribía, pero mira por donde; por esa incómoda circunstancia que acontece a los viajantes de comercio, de quedar atrapado en alguna parte algún fin de semana entero, dispongo de la calma para redactar algunos pensamientos sobre lo ocurrido en este Annus Horribilis. ( Lo de la Reina de Inglaterra convendreis conmigo que fueron nimiedades.)
Y me refiero a los tres hechos que nos llevan a dudar de la validez de la democracia, que nos hacen pensar que la palabra "bondad" se vació de contenido y que sobretodo nos llenan de inquietud cuando imaginamos el futuro: El resultado del referendum del Bréxit, el resultado del plesbicito sobre el acuerdo de paz en Colombia y la elección de Donald Trump en los Estados Unidos.

Cierto que la mayoría en esos comicios no piensan como yo. Así que, estaré equivocado?

En los tres resultados, que no volveré a calificar, han de subyacer tres cuestiones
a) La sangría Neoliberal.  El neoliberalismo seria perfecto si fuera cierta la igualdad de oportunidades y no existieran individuos que en algún momento de su ciclo profesional  sus capacidades humanas y técnicas se hallen below the line (... y ese individuo podemos ser cualquiera). Demasiada gente queda en la cuneta.
b) El miedo.   El Miedo a perder el estatus es más poderoso que la motivación para mejorarlo. Y cuando se pierde un partido la culpa siempre fue del árbitro, o hasta del césped.
c) La capacidad de manipular.  La sociedad Red, a pesar de las esperanzas del Profesor Castells, sigue sin contrarestar el poder de la comunicación de masas. Seguimos siendo manipulables cuando nos tocan "allò que no sona", Farage del Ukip reconoció haber falseado los argumentos del Si antes de dimitir, y Donald se ha apoyado en la marca Trump y en su imagen televisiva en lugar de en sus argumentos que no dispone.

Resulta terriblemente complejo decidir que es lo que conviene, cuando los temas en discusión nos sobrepasan en lo técnico e incluso en lo intelectual. El Bréxit se decidió fundamentalmente en las zonas rurales de Inglaterra y Gales y mayormente por personas de edad (que no sufrirán por mucho tiempo las consecuencias del mismo). Se nos antoja impensable que un ultraliberal (mas bien un bandarra) piense en  los problemas del obrero blanco del acero de Minesota cuando tome sus decisiones con su equipo de Goldman Sachs y que este le haya votado!  claro que nosotros no lo tuvimos durante 14 años en la tele mientras forjaba su imagen pública. No hay paz sin perdón y ese sólo puede ofrecerlo el afrentado, aun así  el No de Colombia está menos ligado a la falta de perdón que al miedo al movimiento de fichas en el tablero político-económico.

 Parece claro sin embargo que si los Gobiernos no trabajan para eliminar la injusticia, reducir la brecha socio-economica  y mejorar sin descanso y sin recortes la calidad de la educación,  la humanidad es carne de populismo y no querria extenderme para no ponerme apocalíptico. Vuelven a hacer falta políticos como el colombiano Antanas Mockus o como Jordi Pujol (ay! no, ese no,    el que creímos que era durante mucho tiempo)

Nos queda la ilusión de que los reyes de la hipocresía, cuando hayan conseguido dejar de ponerlas en el presupuesto comunitario, encuentren una argucia (ya están en ello) para matar al Bréxit, que cuando se retire Santos y Uribe pueda saciar su ego, se acuerde definitivamente la Paz, y que a Trump, el peso del Despacho Oval lo atempere o se lo lleve de un infarto, (Dios no lo quiera).

Aqui en Africa, están tan preocupados como yo.

De España y Catalunya mejor escribimos en otro viaje.


viernes, 8 de enero de 2016

El moll de la CUP

Llegint la tarda de Reis (i Reines) a en Salvador Cardús i a en Lluís Foix  a La Vanguardia i avui a Juan Cal al Segre em penso que cal dir més clar que ja és hora de posar els peus a terra i tornar a treballar des de la realitat si de debò volem una Catalunya millor.
Sí. Ja ho sé. Fins hi tot el meu germà m’estarà escridassant !Unionista! sense deixar-me explicar. Com aquell culé que titllaven de “merengue de merda” només perquè deia que el tiqui taca d’en Pep ja  li començava a cansar.
El procés ha estat un tsunami originat en el terratrèmol de la estupida , curta de vista i electoralista posició del PP a l’aprovació de l’Estatut i l’onada es va anar fent grossa amb els vents de la crisi, del mal finançament de la Generalitat (i de la mala gestió financera arrossegada del tripartit), de l’èxit dels Onzes de Setembre magistralment organitzats per la ANC i l’absoluta incapacitat de l’estat i de l’establishment per copsar que el que estava succeint no era una efímera cabrejada, sinó una extensa i profunda reflexió sobre la necessitat de divorciar-se.
Vet aquí que la gran onada s’ha estavellat al moll de la CUP abans de fer-ho com era previsible contra e penya-segat de l’Estat Espanyol i d’una Unió Europea entestada en evitar el contagi de les altres regions sensibles i que mai hauria permès un Procés per collons, per sobre d’unes lleis que justes o no, son les vigents i acceptades per la comunitat internacional.
El President Mas hauria pogut optar per a ser l’escullera que hauria laminat l’onada a l’alçada d’un consens segur però va escollir surfejar-la  a una altura on les darreres eleccions han demostrat que ni hi ha consens suficient ni tan sols una majoria sòlida. La història potser aclarirà per quines raons ho va fer i no sóc dels que pensen en raons podrides.
El fet és que ara, en batre l’onada, no quedaran ni les despulles de CiU.   Tot i que ERC creixi amb vots dels cupàires i convergents indepes, difícilment arribarà a l’ombra de JuntsxSí.   Ho saben en Jonqueres i Tardà i per això, després de tres mesos de lleialtat encomiables, aposten per el pas al costat del President en funcions.
Però tornem a l’alçada òptima de la onada. Aquella que sí que sumava,  si no el consens sí la majoria qualificada de més del 70%. Aquella que abraçava als qui
-          Creuen necessària una nova forma de finançament similar al Cupo Basc o que d’alguna manera limiti la solidaritat obligatòria en la línia dels Landers alemanys.
-          Creuen necessari garantir el respecte de l’estat a les institucions, a la voluntat i a la llengua dels catalans
-          I que creuen necessari un referèndum a l’escossesa per determinar quants ciutadans estan definitivament per un divorci amb Espanya i definir a partir d’aquí si cal, la reforma de la Constitució.
La desfeta de CDC i la disgregació de vots en l’espectre que va des de Unió a Reagrupament, i no cal dir que la terra que ha deixat cremada la família Pujol, fan molt difícil que Mas assumeixi el lideratge d’aquesta àrea de consens capaç d’ establir ponts amb les forces emergents d’esquerra, amb els socialistes, amb ERC i encetar un nou període de diàleg amb les forces unionistes que no tenen intenció ni es veuen encara empentades per una majoria qualificada que ha quedat difosa per l’actitud rupturista que ha foragitat a Unió i als sobiranistes de Podem.
Així és que si no hi ha una decisió inesperada de la CUP que permeti seguir surfejant a Mas fins al penya-segat que ens deixarà on som ara però amb el doble de blaus al cos, les noves eleccions ens poden portar a un panorama de desfeta moral del procés i amb una aliança PP-PSOE a Madrid de la que no ens aixecarem en deu anys. I francament no crec que amb eleccions al mars hi hagi temps de recompondre un lideratge “de peus a terra” necessari del centre dreta català. Però està clar que caldrà tornar a començar, i caldria fer-ho  des de una posició que sumés prou per fer front a la recentralització que ens ve a sobre.

martes, 24 de febrero de 2015

Parafraseando a Covey (Segre 24-2)

La versión de Segre fue sintetizada

Stephen Covey fue el psicólogo del management que de una forma más entendible ha conceptualizado el por qué algunas empresas y empresarios van más lejos que los demás. A pesar de que el título de su obra principal “Los siete hábitos de la gente altamente efectiva” haya sido motivo de chirigota desde los Simpsons a Charlie Hebdó, en su contenido podemos seguir encontrando conceptos de aplicación en cualquier situación. Dos de sus argumentos son de capital importancia, en la encrucijada en la que se encuentra el sector de la fruta dulce. La focalización en los círculos de influencia y la proactividad.
Fruticultores, empresas comercializadoras -tanto cooperativas como privadas- y el sector como Clúster tenemos distintos círculos de influencia.  Es decir, aquello en lo que debemos centrar nuestros esfuerzos por que está en nuestra mano resolver y aquello fuera del círculo en lo que por mucho que nos preocupemos no podremos incidir.
Los fruticultores debemos preocuparnos de cultivar y recolectar con el mayor grado de excelencia, elegir el sistema de comercialización que estimemos más oportuno, exigiendo la mejor gestión a nuestras comercializadoras y dotar de los medios necesarios y la fuerza suficiente a nuestra representación sindical y sectorial.  Aquí deben concentrarse nuestros esfuerzos. Es nuestro círculo de Influencia y ejerciéndola apoderamos a los siguientes niveles cuyos círculos de influencia son más amplios.
Es innegable el buen trabajo de unos agricultores que han innovado varietalmente, mejorado la eficiencia de riegos y energía, asumido los principios de la Producción Integrada y obtenido las certificaciones de Buenas Prácticas Agrícolas como GlobalGAP que han conducido a una reducción extraordinaria del uso de pesticidas.  También está fuera de duda el compromiso de los productores con sus comercializadores interviniendo activamente en las Asambleas Cooperativas o en los Consejos de la Sociedades Agrarias de Transformación.
Queda como último paso pendiente el reforzamiento de la esfera sectorial dando más apoyo a los Sindicatos y a Afrucat como organización empresarial.
El circulo de influencia de las empresas comercializadoras –y donde debemos centrar nuestros esfuerzos- va desde la correcta recepción, clasificación y enfriamiento de los lotes recibidos, la adecuada dotación de medios, la confección al mejor coste posible, la más eficiente acción comercial y una afortunada lectura del mercado. También la orientación de nuestros agricultores con el foco puesto en las nuevas necesidades del consumidor. También está dentro de nuestra esfera de influencia, dotar de la fuerza y los medios necesarios a nuestra organización sectorial para que de una vez, obtenga la capacidad de Extensión de Norma que nos obligará a todos en circunstancias de crisis.
También es bueno reconocer que las empresas han proyectado buenas estrategias de desarrollo y adaptación que desde rediseñar su imagen corporativa, a desarrollar nuevas zonas de cultivo, absorber comercializadoras de productos que complementen las gamas y épocas de trabajo o buscar nuevos mercados,   inciden dentro de su círculo de influencia mejorando la propia posición ante ese futuro incierto. Así mismo, la fusión de Asofruit y Catalonia Qualitat con la creación de Afrucat supuso un avance inteligente hacia el objetivo de una representación sectorial más potente. Grandes dosis de generosidad y visión de futuro fueron desplegadas al servicio de todo el sector por quienes consiguieron gestar, concretar y desarrollar la asociación.
Como empresarios o directivos está fuera de nuestro alcance fijar el precio de mercado ni siquiera realizar acciones que lo condicionen significativamente al alza. Así que, como decía recientemente el Presidente de una de las empresas importantes del sector en La Llotja hace unos días, tendremos que seguir siendo “pillos” para que el resultado de nuestras empresas sea algo mejor que la media. Ello no es incompatible con dotar a Afrucat del apoyo y los medios para que ensanche su círculo y fortalezca su influencia.
El círculo de influencia de las asociaciones sectoriales depende esencialmente del apoyo real de los estratos subyacentes. A nadie se le escapa que Europa empezó a mover ficha el año pasado cuando los franceses empezaron a tumbar camiones.  No apruebo sus métodos violentos pero es necesario reconocer la mayor implicación de agricultores y comerciantes franceses en sus instituciones de representación sectorial y por ello la mayor influencia de estas.
Y aunque todavía muchos factores que afectan al mercado, están fuera del círculo de influencia de las organizaciones sectoriales, algunas acciones correctivas sí pueden ser acometidas y solamente pueden serlo por el sector en su conjunto. Como la creación del fondo para retirada con los avales del sector que a riesgo de ser pesado, insisto una vez más, sería probablemente la herramienta de más rápida implantación.
Necesitamos ahora pues reconocer la necesidad, interiorizar y actuar para dar la fuerza y medios necesarios a nuestra organización sectorial para que pueda ejercer su creciente influencia en esas áreas externas a los círculos de los productores y empresas de comercialización,  culminando con su capacidad de Extensión de Norma.
El otro concepto, el fundamental para Stephen Covey, es el de la Proactividad, que no es otra cosa que actuar en vez de esperar que las cosas sucedan solas.
 En el sector de la fruta, la gran cantidad de factores ciertamente incontrolables como la meteorología, los cuajes o la capacidad de gasto de las familias que afectan a nuestros mercados por un lado, la percepción resignada de que somos poco capaces de actuar coordinadamente como sector y quizás la realidad estadística de que no hay dos campañas iguales, nos hacen poco proactivos en el nivel de la acción sectorial. Veinticinco años de Normas Comunitarias –benditas sean- tampoco incentivan nuestra proactividad.
Pero lo bueno no sólo sucede por casualidad sino sobre todo cuando nos empeñamos en ello.

Cuando decimos que “Seguro que la campaña que viene será mejor” expresamos una actitud menos proactiva de la necesaria para que ésta lo sea de verdad. Es tiempo de actuar. En el campo, en las centrales y como sector desde nuestra organización sectorial. Con el apoyo de los fruticultores, de las cooperativas, de los comerciantes y de los sindicatos.